sábado, junio 23

Angie

Las habladurías del pueblo cuentan que voló. Me consta que a uno de sus cuadros.



















La recuerdo en la ventana, contemplando unas vistas demasiado comunes desde un segundo piso, con el pijama puesto y las manos más frías que jamás toqué. Solía excusarse diciendo que se dedicaba a inventar historias sirviéndose de unas pocas calles sin misterio y varios vecinos humildes.
La recuerdo recordando tiempos mejores, ilusiones pasadas de moda y sueños que abandonó por caducados. Trozos de vida que quizá sólo anheló desde su cama en cualquier noche de invierno y retales de una historia que a nadie interesaba por desbordar irrelevancia. 
La recuerdo niña, ilusa, viviendo en las nubes sin salir de su habitación. Acostada boca arriba, rodeada de cuadros de paisajes hermosos. Entre libros de amor y canciones tristes saliendo a borbotones de su alma arrugada, escondida en un cuerpo liso y perfecto.
La recuerdo más guapa que de costumbre aquel día, en su sitio de siempre, contemplándome como quien contempla la luna desde un mirador. Tuve miedo de hablar, miedo de que el tono de mi voz la asustara y rompiera las paredes de un oído ya acostumbrado al silencio. Pero, finalmente, me armé de valor para saber el motivo de esa tristeza tan visible que la inundaba. Le pregunté qué tipo de criatura con una pizca de corazón se había atrevido a romper el suyo de aquella manera tan descarada. Estaba dispuesta a escucharla durante horas en aquella casa de pueblo, frente a una chimenea y una escalera de piedra desgastada, asimilando y atendiendo, respirando al ritmo de su pecho. Pero ella sonrió, y con el gesto congelado se limitó a responder: "Yo".

Las habladurías del pueblo cuentan que voló. Me consta que a uno de sus cuadros.

martes, mayo 29

quizá aún no lo sepas, pero quisiera mirarme como él me mira













·Quizá aún no lo sepas, pero me tapo la boca al reír, cuento hasta tres antes de hablar y salgo mal en las fotos. Tengo el busto pequeño, la tez blanca y las ideas poco claras. No fui popular en el instituto, soy torpe y no me gusta mi espalda ni que las mallas marquen demasiado mi trasero. Prefiero esconderme a ser vista, me tiemblan las manos si te admiro y tendré miedo de decir algo que no te guste. Me preocupo bastante por mi peso, tengo los ojos más comunes del mundo y mis dientes son feos. Creeré que no te intereso incluso cuando me grites a viva voz lo contrario, leeré esta entrada diez veces antes de publicarla y me considero bastante fácil de olvidar, poco importante. 


·Quizá aún no lo sepas, pero él adora verme reír y quiere regalarme una sesión de fotos. Desea besar cada centímetro de mi cuerpo y considera dulce mi torpeza. Escucha atento todo lo que digo y, a veces, me mira a los ojos durante minutos y los dibuja en su mente una y otra vez, maravillado. Leerá esta entrada diez veces porque le encanta leerme y según él, nunca olvida las cosas importantes. Y yo soy su cosa importante. 

martes, mayo 22

Superhero

























Siempre me atrajeron las causas perdidas, las personas tristes, las que se encierran en su mundo y en sus propias ideas pesimistas. Siempre anhelé tener la llave que abría esas puertas mohosas por el tiempo, y aquella noche llevaba el pelo suelto.
No me preguntes por qué, pero tus abrazos se me antojaron hambrientos, como el perro abandonado que espera en el andén a que pase su dueño. Tus ojos verdes parecían haberse perdido en el espacio y tu boca llamaba a gritos unos labios de mujer. Y yo me los pinté de rojo. Me creí heroína entre tus manos, creí haberte salvado del dragón de la nostalgia y me enredé en tu pelo, te tapé al dormir y te quité la ropa cuando el calor se adueñaba de nuestros cuerpos. Planeé salvarte en sueños, segura y valiente, y, al final, me descubrí dependiente de tus buenas noches y de tus planes conmigo. Dependiente de tus caricias a media luz, de tus siestas en mi sofá y de tu lengua en mi ombligo. Me convertí en damisela apurada, pequeña y débil ante tu grandeza, palpitando a tu ritmo e insignificante sin ti. Víctima del amor, ese que mueve las fichas a su antojo y que invierte papeles en milésimas de segundo. Maldito.

sábado, marzo 24






















Reírme de todo, bailar bajo la lluvia, abrazarnos si apetece.
Después de buscar en cada uno de mis recovecos una frase para no molestar, un momento adecuado, un término medio. Después de las cosas que nunca me dieron y nunca pedí, de los besos inacabados y de las conversaciones pendientes. Después, aprendí que no es vida la que construyes a base de limitaciones, de condiciones y de porqués. Es vida la que provoca que muerdas tus uñas, que tiembles, que hagas de todo menos privarte de ser.

sábado, marzo 3

Cada vez que me siento perdida, irritada o sola, apareces.
Apareces en forma de sombras, de canciones o de gestos. Dándome vida y tus ganas, animándome a seguir. Me aconsejas, me abrazas, te crees mi ángel de la guarda, me vistes por la mañana. E, incluso cuando no suena el despertador, tú abres mis ojos con sigilo y yo adivino que hoy quizás te encuentre. Apareces por costumbre, porque sabes que en el fondo me esperas igual que yo, vestido de algún color que no acierto, con un rostro sin fijar. Me hablas de la vida y de la esperanza, de tus sueños y los míos. Me dices que hay algo más detrás de las estrellas que las personas somos incapaces de imaginar, excepto tú. Tú, mi chico de los pájaros, el que mira por ventanas desconocidas y pasea por sitios que poco a poco me enseñará. Tú, el que, en algún lugar del mundo, sonríe conmigo al unísono.

martes, febrero 28

cambiar el mundo

"En realidad el mundo no es exactamente... una mierda. Aunque supongo que es duro para aquellos acostumbrados a que las cosas sean como son, aunque sean malas... y no quieren cambiarlas, se dan por vencidos. Y entonces se sienten como perdidos".

A lo largo de mi corta existencia me han tachado de muchas cosas, supongo que por culpa de esa manía que tiene el ser humano de etiquetar a los demás para saber a lo que se enfrenta. Según mucha gente soy asquerosamente moralista, ética e idealista. De pequeña quería cambiar el mundo, apenas levantaba dos palmos del suelo y ya lloraba con las cosas que se me antojaban injustas, balbuceaba lo que me parecían y sentía una tremenda impotencia por no tener poder para modificarlas. Me preguntaba cómo era posible que un ser capaz de amar, perdonar, engendrar vida y soñar, fuese también dueño de sentimientos tan viles como ilógicos. No tenía idea alguna de a qué se debían aquellos atentados del once de septiembre, tampoco sabía por qué algunas personas morían de hambre sobre un cartón y otras en una mansión adosada por culpa de un perezoso, fumador y goloso corazón. Me sorprendía que, chicos poco mayores que yo, acabaran hospitalizados por consumir sustancias que desconocía, y se me erizaba la piel cada vez que aquel aparato llamado televisor nos informaba del elevado porcentaje de mujeres maltratadas o de otro escalofriante suicidio más. Era una niña, ¿qué podía entender? Sólo sabía que aquello estaba mal, que ése no era exactamente el mundo que me habían vendido los cuentos, y que estaba decepcionada, realmente decepcionada.

"Es difícil, no se puede planear. Hay que cuidar más de la gente, hay que amar a las personas, protegerlas... Porque no siempre ven lo que necesitan. Es una gran oportunidad de arreglar algo que no sea tu bici. Se puede arreglar una persona".

¿Hasta dónde llega la bondad humana? ¿Seríamos capaces de hacer algo grande como logró Trevor, el protagonista de la película "Cadena de favores"? Todo principio se encuentra en la empatía, en la generosidad con el prójimo, aunque éstas parezcan palabras sacadas de una Biblia (he de decir que soy atea). El mundo lo componemos todos, con nuestras respectivas vidas y necesidades, ¿seríamos capaces de satisfacer las necesidades del otro anteponiéndolas a las nuestras sólo por hacer del mundo algo mejor? Me parecía interesante abarcar este tema justo ahora que los "jefes" se empeñan en dividirnos entre necesitados y demasiado abastecidos. Estoy segura de que, de niños, incluso ellos lloraban ante la injusticia.

De pequeña quería cambiar el mundo, de mayor también.

jueves, febrero 23




















Solía imaginarlo excitado, sentado en una punta de la cama, divisando mi silueta a través de vestidos alados. Solía pensar que sus manos se volvían incoherentes si alguien pronunciaba mi nombre, que soñaba con hacerme el amor riéndose de un kamasutra demasiado anticuado. Solía pensar que mis palabras despertaban sus instintos, que mi boca era la responsable de sus gemidos, y no una boca cualquiera. Solía creer que, como yo, en su más húmeda soledad casi extrañaba mis dedos, que maldecía sus obligaciones por sus ganas de morder mi lengua una vez más.




Pero, al parecer, la única excitada era yo.

jueves, febrero 2

frío siberiano


















Huele a Siberia en el aire. Una ola de frío afecta a la Península y nos acompañará al menos hasta el próximo domingo, he tenido ocasión de leer. La calle debe de estar llena de dientes que castañetean más fuerte que sopla el viento, y los dedos de tus pies, responsables de la risa maliciosa del recibo de la luz, de escarcha. Recuerdo cuando el frío no era más que una palabra a la que yo combatía colando mis manos en el bolsillo de alguna chaqueta ajena. Cuando el vapor se dormía en el cristal de la ventana y, mi piel, quemándome el vello débil de los brazos, paseaba desnuda por el pasillo, segura y sin abrigos de lana. No me sorprenden las temperaturas bajas, pues tuve que desaprender, sin remedio, a vivir en un constante junio habanero. El invierno me habita desde hace ya bastante tiempo a pesar de mis intentos por hacer las paces con la primavera. Y es que, en ocasiones, son nuestros cuerpos los que se encuentran en alerta naranja por riesgo de nevadas en su interior.

Huele a Siberia en el aire. Seguimos sin novedades.

domingo, enero 8

La estupidez sigue rozando límites insospechados en pleno siglo veintiuno. Se sueña poco porque no hay tiempo. Se sabe poco de la pasión, de la dedicación plena y de la ilusión. Nos sentimos solos y también feos al comprobar que la actriz de algún anuncio tiene los ojos verdes y las piernas delgadas. Somos injustos, estamos ciegos. Tenemos malas expectativas. Nos creemos cool si nuestra blackberry es de color negro metalizado y si nuestro número de seguidores en twitter supera los cien. Nos hemos vuelto conformistas, somos gente "normal" y eso nos hace muy felices. ¿Por qué no me dices algo que no haya escuchado aún? Sé tú donde todos olvidaron quiénes son. Sorpréndeme y grita que en la calle no sólo hay tráfico contaminante y transeúntes que forman parte de un juego llamado capitalismo. No quiero quedarme en la superficie, me apetece ir más allá. Ansío conocerte. Encuéntrame. Hazme el amor en medio de una guerra constante, sobre un mundo que se cae. 

martes, enero 3

cosas que nunca te diré

























Nunca te diré "te quiero" en cinco idiomas distintos, ni te hablaré de lo mucho que dolía ver tus ojos en la noche, sin remedio. Jamás te contaré que nadie más supo de mis sueños ni se molestó en hacerlo, y qué sitios de mi cuerpo siguen intactos aún y no los alteró el viento. No te confesaré que no hice caso a tus consejos, que no me valoré, ni siquiera en silencio. Que el tiempo se me escapa entre los dedos, severo y leve, efímero como se pasa un segundo entre acordes de Mark Knopfler, entre amores de colegio. Nunca sabrás que crecí en parte gracias a ti, que me duelen los eneros. Que aquella que fui se fue y me dejó sola este invierno. Sin ti, sin mí, sin ellos.

Nunca te diré "te quiero" en cinco idiomas distintos, quizá porque, después de tanto quererte, no te quiero.