Huele a Siberia en el aire. Una ola de frío afecta a la Península y nos acompañará al menos hasta el próximo domingo, he tenido ocasión de leer. La calle debe de estar llena de dientes que castañetean más fuerte que sopla el viento, y los dedos de tus pies, responsables de la risa maliciosa del recibo de la luz, de escarcha. Recuerdo cuando el frío no era más que una palabra a la que yo combatía colando mis manos en el bolsillo de alguna chaqueta ajena. Cuando el vapor se dormía en el cristal de la ventana y, mi piel, quemándome el vello débil de los brazos, paseaba desnuda por el pasillo, segura y sin abrigos de lana. No me sorprenden las temperaturas bajas, pues tuve que desaprender, sin remedio, a vivir en un constante junio habanero. El invierno me habita desde hace ya bastante tiempo a pesar de mis intentos por hacer las paces con la primavera. Y es que, en ocasiones, son nuestros cuerpos los que se encuentran en alerta naranja por riesgo de nevadas en su interior.
Huele a Siberia en el aire. Seguimos sin novedades.

lo bueno es eso...que hay 4 estaciones...
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