Siempre me atrajeron las causas perdidas, las personas tristes, las que se encierran en su mundo y en sus propias ideas pesimistas. Siempre anhelé tener la llave que abría esas puertas mohosas por el tiempo, y aquella noche llevaba el pelo suelto.
No me preguntes por qué, pero tus abrazos se me antojaron hambrientos, como el perro abandonado que espera en el andén a que pase su dueño. Tus ojos verdes parecían haberse perdido en el espacio y tu boca llamaba a gritos unos labios de mujer. Y yo me los pinté de rojo. Me creí heroína entre tus manos, creí haberte salvado del dragón de la nostalgia y me enredé en tu pelo, te tapé al dormir y te quité la ropa cuando el calor se adueñaba de nuestros cuerpos. Planeé salvarte en sueños, segura y valiente, y, al final, me descubrí dependiente de tus buenas noches y de tus planes conmigo. Dependiente de tus caricias a media luz, de tus siestas en mi sofá y de tu lengua en mi ombligo. Me convertí en damisela apurada, pequeña y débil ante tu grandeza, palpitando a tu ritmo e insignificante sin ti. Víctima del amor, ese que mueve las fichas a su antojo y que invierte papeles en milésimas de segundo. Maldito.
No me preguntes por qué, pero tus abrazos se me antojaron hambrientos, como el perro abandonado que espera en el andén a que pase su dueño. Tus ojos verdes parecían haberse perdido en el espacio y tu boca llamaba a gritos unos labios de mujer. Y yo me los pinté de rojo. Me creí heroína entre tus manos, creí haberte salvado del dragón de la nostalgia y me enredé en tu pelo, te tapé al dormir y te quité la ropa cuando el calor se adueñaba de nuestros cuerpos. Planeé salvarte en sueños, segura y valiente, y, al final, me descubrí dependiente de tus buenas noches y de tus planes conmigo. Dependiente de tus caricias a media luz, de tus siestas en mi sofá y de tu lengua en mi ombligo. Me convertí en damisela apurada, pequeña y débil ante tu grandeza, palpitando a tu ritmo e insignificante sin ti. Víctima del amor, ese que mueve las fichas a su antojo y que invierte papeles en milésimas de segundo. Maldito.

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