Después de buscar en cada uno de mis recovecos una frase para no molestar, un momento adecuado, un término medio. Después de las cosas que nunca me dieron y nunca pedí, de los besos inacabados y de las conversaciones pendientes. Después, aprendí que no es vida la que construyes a base de limitaciones, de condiciones y de porqués. Es vida la que provoca que muerdas tus uñas, que tiembles, que hagas de todo menos privarte de ser.
sábado, marzo 3
tú
Cada vez que me siento perdida, irritada o sola, apareces.
Apareces en forma de sombras, de canciones o de gestos. Dándome vida y tus ganas, animándome a seguir. Me aconsejas, me abrazas, te crees mi ángel de la guarda, me vistes por la mañana. E, incluso cuando no suena el despertador, tú abres mis ojos con sigilo y yo adivino que hoy quizás te encuentre. Apareces por costumbre, porque sabes que en el fondo me esperas igual que yo, vestido de algún color que no acierto, con un rostro sin fijar. Me hablas de la vida y de la esperanza, de tus sueños y los míos. Me dices que hay algo más detrás de las estrellas que las personas somos incapaces de imaginar, excepto tú. Tú, mi chico de los pájaros, el que mira por ventanas desconocidas y pasea por sitios que poco a poco me enseñará. Tú, el que, en algún lugar del mundo, sonríe conmigo al unísono.
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